Por las mañanas me gusta salir a caminar, sobre todo si tengo que ponerme a pintar; me aclara las ideas. Pero lo más destacado de salir a caminar es que me permite ordenar mi jornada. Pensar en medio de la naturaleza es un lujo para algunos que no pueden tener el privilegio de vivir prácticamente en la montaña. Yo la tengo a dos minutos.
Es un camino que cruza en medio del monte, un sendero de tierra compacta, con huellas de neumáticos marcadas por el paso de tractores y vehículos rurales. A ambos lados, la vegetación crece libre, formando un muro verde de arbustos, encinas y pinos que se alzan como centinelas naturales. En primavera, el suelo se cubre con un tapiz de flores silvestres, pequeños estallidos de color amarillo y morado que contrastan con el verde dominante. El aire tiene un aroma terroso y fresco, mezclado con el perfume de la lavanda y el romero que crecen en los bordes del camino. Durante el trayecto, se pueden escuchar los sonidos de la naturaleza: el zumbido lejano de los insectos, el canto de los pájaros y, de vez en cuando, el crujido de ramas bajo las patas de algún animal invisible entre los matorrales. A lo lejos, el horizonte se abre con colinas suaves que se funden con el cielo, dando una sensación de infinitud.
Algún día tendría que escribir un libro solo hablando de las cosas que he vivido en ese camino: las cosas que pasaron por mi cabeza, ideas, frustraciones o tantas y tantas veces dolor. Sí, porque en ese camino vertí y vierto muchas de mis tensiones en momentos complicados. Caminar te despeja, aclara tu mente y te vacía de ese estrés y esa negatividad. Por eso, en ocasiones imagino toda esa tensión amontonada en algunos tramos de esa senda como si de un desguace de coches se tratara, como los desguaces que suelo dibujar en mis ilustraciones.
Todos tenemos ese camino que nos salva en determinados momentos de la vida. Algunos lo encuentran en la montaña, otros en personas. Algunos, por desgracia, se equivocan y caen en la adicción. Pienso que algunas personas, especialmente en mi caso, que paso gran parte del tiempo a solas en el estudio, tenemos que lidiar con esa carga nosotros solos. El hecho de tener tiempo para uno mismo es un lujo, es algo muy valioso. Pero en los momentos más agridulces, en esos cuando el día parece torcerse por momentos, estar solo es en ocasiones difícil de llevar.
Esto es solo un recuerdo, una botella lanzada al mar, que flotará hasta quizás algún día dar la vuelta al mundo para regresar a mí y recordarme que un día escribí estos textos. Porque, a pesar de todo, somos seres nostálgicos, que de vez en cuando nos gusta mirar atrás para decir: "Me acuerdo de aquello".
Dije que quizás escribiría un libro sobre todo esto, pero de momento tendrás que conformarte con Saturno Lights and Shadows.
Este es mi blog. Aquí suelto mi basura mental, y me encanta.